Teatro isabelino
El drama
(“acción” en griego) o hecho teatral es un fenómeno complejo en el que
participan diferentes elementos. Pensar en el drama solo en función del texto
literario implica dejar de lado la totalidad del espectáculo donde sin duda el
texto es parte fundamental pero no la única.
Elementos
imprescindibles del hecho teatral: actores, público y texto.
Elementos
prescindibles: edificio teatral, utilería, vestuario, escenografía,
iluminación, etc.
Durante la Edad
Media el teatro inglés no se diferenció del resto de Europa. En la E. M. el
teatro se caracterizaba por las representaciones religiosas con motivo de
celebrar determinadas fechas religiosamente significativas (Muerte y
Resurrección de Cristo, Navidad, etc.)
Dentro de las
propias iglesias se representaban obras llamadas autos sacramentales, milagros,
misterios y moralidades, de acuerdo a los temas que abordaban,
etc.
La afición del
público a las representaciones logró que estas se llevaran fuera de la iglesia.
Primero en el patio de las mismas, luego en las plazas públicas (en el caso de
España y Francia) o, en el caso de
Inglaterra, en las posadas. Este tipo de representaciones que se van
diferenciando de las que se producían dentro de las iglesias, va a llamarse
“teatro profano”, el que luego incorpora nuevos tipos de representación también
en relación a nuevos temas; por ejemplo, aparece la farsa.
En Inglaterra la
tragedia nace en los círculos universitarios, allí se traducen obras del latín
y las expanden a diferentes ámbitos. De estos círculos surgen los principales
antecesores de Shakespeare: Christopher Marlowe, John Lyly, etc.
- Fusión de tragedia y comedia
- Rechazo de las tres unidades aristotélicas (tiempo, espacio y acción)
- Realismo
- Temas éticos y sociales
- Uso del verso blanco (endecasílabo, sin rima)
En Londres se
realizaban funciones en los palacios pero también en las posadas. Cuando el
Municipio, con mayoría puritana, prohibió el teatro público dentro de su
jurisdicción, en el año 1756 se funda “The Theatre”, el primer teatro en una
zona urbana que dependía de la Corona (El reinado de la reina Isabel se destacó
por su afición al teatro y a los artistas en general). En el mismo año el
edificio del monasterio de Blackfriars es adaptado para convertirlo en teatro.
De estos dos edificios surgen los dos típicos
edificios teatrales
ingleses: el primero (“teatro público”), construido según el modelo de las
posadas, sin techo y solo apto para la función diurna; el segundo (“teatro
privado”) era techado y con luz artificial (antorchas encendidas), apto para
funciones diurnas y nocturnas.
Desde 1756, en
treinta años, se fundaron en Londres
cerca de veinte teatros, llegando a funcionar once a la vez.
La base del llamado
“teatro público” era la posada. Se trataba de construcciones de madera,
modestas y de forma poligonal. Tenían un patio, en el que el público seguía la
representación de pie además había dos, tres y hasta cuatro pisos de galerías.
El patio se dividía en dos partes: la platea (para los espectadores) y la
escena (donde se representaba). La platea no tenía techo. A los costados
estaban las galerías techadas. El público más distinguido, en sus palcos, tenía
derecho al asiento y a un almohadón. Las funciones empezaban a las dos o tres
de la tarde y, en caso de lluvia se suspendían.
El escenario
consistía en una plataforma cuadrada de unos catorce metros de ancho por nueve
de fondo y se situaba ante un muro con tres puertas. Las tres puertas
comunicaban con los cuartos de vestir. En el suelo del escenario estaban las
trampillas.
Decorados y
vestuarios
La escenografía
prácticamente no existía; ni telones ni bambalinas. El autor debía crear,
mediante la palabra poética, la ilusión escénica.
La utilería era
abundante y el vestuario sumamente lujoso y llamativo, aunque muchas veces no
estaba adecuado a la época históricamente representada.
Las grandes
tragedias de Shakespeare fueron representadas en los teatros abiertos o
“públicos” como “El Globo”.
El público
Era heterogéneo;
participaba la aristocracia, la burguesía y también gran parte de gente del
pueblo. Esta masiva concurrencia de público popular también fue lo que dio al
drama inglés su vigor y realismo, impidiéndole caer en un excesivo
refinamiento.
Los actores
La profesión de
actor era considerada legítima, ya antes de Shakespeare. Bajo el reinado de
Isabel I los actores gozaron de múltiples privilegios y protección reales.
El actor recibía
instrucción y adiestramiento, en cuanto a la técnica se tendía a la mesura y al
realismo.
Había compañías de
niños que actuaban especialmente en la corte y en los teatros cerrados y
rivalizaban con los actores adultos profesionales.
No existía la
profesión de actriz, los papeles femeninos generalmente eran interpretados por
niños o por hombres.