“La tragedia
es,..., la imitación de una acción de carácter elevado y completa, dotada de
cierta extensión, en un lenguaje agradable, llena de bellezas de una especie
particular según sus diversas partes, imitación que ha sido hecha o lo es por
personajes en acción y no por medio de una narración, la cual, moviendo a
compasión y temor, obra en el espectador la purificación propia de estos
estados emotivos.”
“Puesto que los que
imitan representan a sus personajes en acción y estos son necesariamente buenos
o malos –ya que los caracteres casi siempre se reducen a una de estas dos
clases, pues todos los caracteres se diferencian por la virtud o por el vicio-,
los representan mejores de lo que somos nosotros en realidad, o bien peores que
nosotros, o incluso tal como somos nosotros, como hacen los pintores...”
(...)
“La misma
diferencia hay entre la tragedia y la comedia: esta pretende representar a los hombres peores de lo que son; aquella,
en cambio, quiere representarlos superiores a la realidad.”
Caracterización de la tragedia
Aristóteles
establece ciertas características de la tragedia y su forma de presentar
la acción como una unidad en relación a lo que imita o representa
(objeto, realidad) y al modo en que lo hace. A su vez reconoce los componentes
de nudo y desenlace en
cuanto a las situaciones que generan cambios en la acción y la desarrollan
hacia una resolución.
Aristóteles reconoce dos tipos de acción:
- simple (coherente y unitaria). Aquí no se da la peripecia ni el reconocimiento.
- compleja: implica un cambio que puede ser un giro en la acción en sentido contrario (peripecia) o puede ser un cambio que implique el pasaje de la ignorancia al conocimiento. Tanto la ignorancia como el conocimiento son estados que pueden significar odio o felicidad. Este tipo de cambio en la acción se llama reconocimiento o anagnórisis.
Unidades
aristotélicas: unidad de acción, de tiempo y espacio.
El héroe trágico
“...el hombre que,
sin ser eminentemente virtuoso ni justo, viene a caer en la desgracia, no en
razón de su maldad y su perversidad, sino como consecuencia de uno u otro error
que ha cometido, el cual pertenece –el héroe- a los que están situados en alto
grado de honra y prosperidad, como por ejemplo, Edipo...”
(...)
“...(en) la fábula
debe haber cambio no de la desdicha a la
felicidad, sino, al contrario, de la fortuna a la desgracia, cambio que ocurre
no por causa de la perversidad, sino por razón de un error grave de un héroe
del tipo que acabo de decir...”
La compasión y
el temor (concepto de catarsis)
“Supuesto que la
imitación tiene por objeto no solo una acción completa, sino además hechos
capaces de excitar el temor y la compasión, y supuesto que estos sentimientos
se ponen en conmoción sobre todo cuando estos hechos se producen contra lo que
esperábamos...”
“...el temor y la
compasión pueden nacer del espectáculo y pueden también nacer del entramado
mismo de los hechos...”
Comparación entre el héroe trágico clásico (tragedia griega) y el héroe en Shakespeare
Lo primero que debemos considerar para comparar
ambos tipos de héroe es que asistimos a contexto sociales y culturales muy
diferentes (Siglo V AC y siglos XVI – XVII). Una de las diferencias clave para
establecer esta comparación es la creencia politeísta de la Antigüedad griega y
la relevancia que tenían los dioses en el mundo de los hombres así como la
noción de moira o destino,
como fuerza incluso superior a los dioses. Esto era visto como algo inexorable
que determinaba al hombre, pese a sus esfuerzos por resistirse a ello.
En el Renacimiento, esta fuerza divina está
concentrada en las creencias cristianas basadas en un único Dios que es
importante para el hombre renacentista pero no del mismo modo que en la
Antigüedad.
El otro aspecto que debemos considerar es que los
temas de la tragedia griega eran tomados de la mitología popular, conocida por
todo el público y que formaban parte de la cultura de cualquier ciudadano. En
el caso de Shakespeare, muchos de sus temas se basan en crónicas históricas de
diversos hechos de la Historia europea pero lo que más le interesa a
Shakespeare es ahondar en las pasiones humanas.
En ambos casos, las obras buscan mostrar un ideal.
El ideal griego tiene que ver con un hombre mesurado, que sepa controlar sus
impulsos (de lo contrario, eso es lo que lo termina conduciendo a la perdición,
a la “caída” del héroe); al mismo tiempo se muestra un personaje que se
equivoca cuando va en contra de la voluntad divina (comete hybris),
comportándose como si fuera igual o incluso superior a los dioses y esto
también debe ser castigado.
En el caso de Shakespeare, el héroe trágico de sus
obras “quiebra un orden” que debe ser restaurado, sus obras muestran la
importancia de recuperar ese equilibrio a diferentes niveles: natural, moral,
social, estatal, etc. En el caso de Macbeth, el personaje se deja llevar
por su ambición y asesina al rey lo cual es compensado al final de la obra
cuando Macduff lo mata a él y el trono se perpetúa en los hijos de Banquo.
- Características comunes a ambos héroes:
En los dos casos estamos frente a personajes
de alto status social (reyes, príncipes, nobles). Además, se los suele
presentar al comienzo de la obra estando
en el punto más alto de prestigio, con gran respeto de los demás, etc. Esto
apunta a que la “caída” del personaje sea más fuerte, más impactante.
En los dos héroes asistimos a un conflicto
que implica la lucha del personaje con un destino que lo supera, que no
puede controlar. Sin embargo, por las características también de la época, en
el caso de Shakespeare nos encontramos con héroes que sufren por cuestiones que
atañen directamente a la condición humana y que se relaciona directamente con
las “pasiones” humanas (en el caso de Macbeth todo se origina en la
ambición del personaje)
- Diferencias:
Los héroes de Shakespeare siempre mueren al
final de la obra, cosa que no siempre ocurre en la tragedia griega (en Edipo
Rey, por ejemplo, además del autocastigo que él se impone produciéndose la
ceguera, el personaje es castigado al destierro cosa que entre los griegos era
más terrible que la propia muerte)
En el mundo renacentista (Shakespeare: siglos
XVI – XVII) la presencia de Dios no determina tan decisivamente el mundo de los
hombres, estamos frente a la época donde se desarrolla el humanismo
(esto no quiere decir que el hombre renacentista sea ateo, sino que su atención
está más centrada en el hombre y en su vida terrenal) El héroe renacentista
lucha contra órdenes superiores pero que
no incluyen exclusivamente lo religioso. En las obras de Shakespeare
encontramos frecuentes alusiones a tres grandes “ordenes” o “mundos”
jerarquizados: el orden cósmico, el orden de la Naturaleza, y el orden del
estado que regiría el mundo humano propiamente dicho (lo social)
El aspecto que aparece como característico en
Shakespeare y que comprende el aspecto misterioso del universo es la presencia
de fenómenos sobrenaturales en sus obras: brujas, fantasmas, visiones, etc.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario